Las pautas que ignoras y te acercan más al cáncer
No es lo que comes un día. Es lo que haces todos los días sin pensar.
Me encontraba en consultas de Oncología, viendo cómo el cáncer arrasa sin preguntar edad, profesión o carácter.
Pero empecé a notar algo más.
Una serie de patrones. Hábitos. Pequeñas decisiones que, sumadas, parecían haber marcado la diferencia.
Ese día empecé a ver el cáncer de otra manera.
Así que en esta edición te cuento todo lo que he aprendido sobre alimentación y prevención del cáncer, porque de poco sirve hacerse analíticas o revisiones si lo que comes cada día está inflamando tu cuerpo en silencio.
Durante años, pensé que “comer bien” era llenar el plato de cosas “saludables”. Aceite de oliva, pan integral, pollo a la plancha, aguacate y mucha fruta.
Hasta que un día me topé con una frase que me hizo replanteármelo todo:
“No engordas solo por lo que comes, sino por cuanto comes.”
El superávit calórico crónico —comer más de lo que quemas, aunque sea sano— se acumula en forma de grasa corporal. Y ese exceso de grasa, más allá del espejo, es terreno fértil para el cáncer de colon, mama, páncreas… Es más, la grasa visceral equivale a inflamación silenciosa y mayor predisposición a diabetes.
Un día, en clase, nos enseñaron cómo se clasifica la carne procesada. Me impresionó tanto que tengo que contártelo.
Está en el mismo grupo de riesgo que el tabaco, según la IARC:
Grupo 1 – carcinógenos con evidencia suficiente.
Sí, has leído bien. Al nivel del tabaco.
Y no es la única. El alcohol, tan presente en bares, cenas y celebraciones, es otro viejo conocido de esta categoría. Uno de los hábitos más nocivos para la salud.
¿Y los ultraprocesados? No solo son una mala idea por su lista interminable de ingredientes.
Muchos ultraprocesados están diseñados para ser altamente palatables, lo que puede llevar a un consumo repetido y descontrolado, especialmente de azúcares añadidos.
No se trata de vivir con miedo, sino con estrategia. Porque igual que hay alimentos que enferman, también hay muchos que protegen.
La base es sencilla: una dieta con al menos un 70 % de alimentos de origen vegetal. Esto te ayudara a blindar tu cuerpo.
Frutas, verduras, legumbres, semillas, frutos secos…
Más fibra = menos riesgo de cáncer colorrectal.
Más colores en el plato = más antioxidantes.
Más vegetales = mejor microbiota → menos inflamación.
No todas las grasas son malas. Las grasas buenas —como el aguacate, el aceite de oliva o el pescado azul— son aliadas.
También las proteínas, siempre con esta escala en mente:
base vegetal, y luego pescado > aves > huevos > carne roja.
Hay una frase que escuché en una clase de inmunología y se me quedó clavada:
El sistema inmune es tu policía antitumores. Pero solo si tiene con qué trabajar.
Ahí entra la inmunonutrición: vitaminas, minerales y compuestos bioactivos que refuerzan tus defensas.
Vitamina D (ideal pero orientativo de 40–60 ng/ml)
Zinc, selenio, arginina, HMB, glutamina...
Té verde, cúrcuma, uvas, lino, soja...
No hace falta volverse loco. Pero sí tener claro que el cáncer no aparece de la nada. Se cultiva. Y también se puede prevenir.
Después de escribir esta newsletter y repasar cada punto, me quedo con una idea sencilla: comer bien es una forma de cuidarte.
No se trata de hacerlo todo perfecto, sino de reconectar con lo esencial: entender lo que comes, elegir con calma y dejar de vivir en piloto automático. Cocinar más, leer menos etiquetas. Volver a lo sencillo, a lo que de verdad te sienta bien.
Así que, si hoy te llevas algo de esta newsletter, que sea esto:
No existen curas milagrosas ni alimentos mágicos.
Desconfía del sensacionalismo nutricional.
La prevención se basa en hábitos, no en productos.
Gracias por estar al otro lado.
Si te ha gustado, aquí tienes el botoncito de siempre. Sin presiones. Solo si quieres seguir leyéndome hablar de salud, decisiones conscientes y todo lo que no cabe en una etiqueta nutricional.
Qué bien destilada la información y qué necesaria. Imaginan si todos siguiéramos estos, qué, diez lineamientos alimenticios tan simples? Lo que se ahorraría el mundo de dinero y de dolor.
Poco a poco, hemos ido adoptando la mayoría de esos consejos. Los embutidos, carnes frías y demás, todavía no podemos dejarlas.
La restricción calórica es la estrategia más contundente para un cuerpo sano. Y hace milagros con la mente... y la longevidad, y la cuenta del banco!
Hola! Fue tan hermoso leerte porque soy una nutrióloga en otra parte del mundo que llegó al mismo sitio de donde compartes, que entendió lo mismo que entendiste y que disfrutó mucho el cariño y claridad con lo que expresaste. Me alegra saber que haya cada vez más profesionales de la salud con una base clara y basada en evidencia científica y no en opiniones y preferencias.
Mi camino de comprensión se parece tanto al tuyo, sentí que leía mi propio proceso
Gracias y saludos desde este rincón